Suena la alarma, el sol baña la cama, media espalda y la cara. Huele a café
recién hecho. Por la ventana dan los buenos días de las olas.
Tintinea una
cuchara en una taza, me ladeo y miro. Entre las puertas la intuyo en la terraza,
con su libro, tomando el segundo de la mañana, concentrada pero radiante.
Suspiro, sonrío y disfruto del instante.
Buenos días a ti también.
Se mueve, siento que viene, me hago el dormido, entrecierro los ojos y espero su beso
meloso para desperezarme.
Me hago el remolón. Pero lo recibo con gusto "despertándome", volando de un sueño a otro mejor.
Entre el cielo y el infierno,
lo más bonito.
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