La hoguera chisporrotea, la madera sigue húmeda. No ha sido buena idea coger lo que devuelve el mar.
Las dunas nos camuflan del rugido del mar y el aullido de viento.
El espectáculo está en el cielo, las centellas corretean por el manto de estrellas, descontroladas aprovechándose de la luna nueva.
Traviesas y salvajes.
Como mis pensamientos.
Me acomodo, jugueteo con un dedo en la arena, me pierdo en la hoguera. Sus ascuas me llevan a otro plano, es hipnótico. Cuasi mágico.
Tras la catarsis reacciono. Su risa, su mano trenzando mi pelo y la calidez de su voz me vuelven a postrar en esta duna.
Llevamos horas olvidados y el alba amenaza con descubrirnos.
Es hora de irse.
Ella volverá a flotar en sus aguas, yo a vagar por el Faro.
Es hora de irse.
Ella volverá a flotar en sus aguas, yo a vagar por el Faro.